dijous, 7 d’agost del 2008

El alma que gozó a hurtadillas



"Sarmiento odiaba a España como sólo un español puede odiarla" (Miguel de Unamuno)


Nadie que ame el idioma puede dejar de envidiar el balance exacto que la pluma de aquel hombre deslizó sobre su vida: ególatra feroz porque no había para él otro destino desde que era admirable, quemándose siempre en la palabra, despiadado en la puja donde fuera, harto hasta el cansancio de la estupidez que ahogaba y ahoga aún hoy al mundo, siempre acechado por la envidia y los laureles patricios que no le perdonaban su origen, dejó gotear la sangre caliente de sus heridas con tanta altivez como delicadeza hacia su propio dolor en estas líneas que son obra maestra del castellano.



Ya entrado en años, Sarmiento apuntó en un álbum familiar estos recuerdos: “Nacido en la pobreza, criado en la lucha por la existencia, más que mía de mi Patria, endurecido a todas las fatigas, acometiendo todo lo que creí bueno, y coronada la perseverancia con el éxito, he recorrido todo lo que hay de civilizado en la Tierra y toda la escala de los honores humanos, en la modesta proporción de mi país y de mi tiempo; he sido favorecido con la estimación de muchos de los grandes hombres de la Tierra; he escrito algo bueno entre tanto indiferente; y sin fortuna que nunca codicié, porque era bagaje para la incesante pugna, espero una buena muerte corporal, pues la que me vendrá en política es la que yo esperé y no deseé mejor que dejar por herencia millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas sus instituciones y surcado de vías férreas el territorio, como cubiertos de vapores los ríos, para que todos participen del festín de la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas.”