dilluns, 29 de desembre del 2014

LA PATRIA


Y entonces le hicieron saber de un país donde el habla podía proferirse libremente. Allí nadie anhelaba sino escuchar, y nadie era castigado por el decir. Nada más anoticiarse de ello, dirigió sus ojos hacia el lugar al que apuntaba el índice de quien lo guiaba. Como un presagio de bienaventuranza, comenzó a marchar en esa dirección recitando todo lo que su corazón le dictaba, como si rezara una plegaria infinita.

Cuando las últimas trazas de su antiguo lar se hubieron perdido, calló un minuto, y al cabo dijo bañado en lágrimas: "Voy a mi patria, donde quiera que esté, cualquiera sea. Voy por fin a mi patria". Fue la última vez que lloró en su vida. El resto de su existencia ya no hubo de usar el llanto porque pudo decir sus penas. No fue enteramente feliz, pero algo mágico y raro ocurrió. Su rostro no envejeció como el de su padre, como el de su abuelo, como el de todos y cada uno de sus antepasados. En el ataúd, su cara, que había dejado de ser corrompida por el agua salada de las lágrimas muchos años antes de que su tumba fuera cavada, estaba limpiamente tersa.

Las personas avecindadas en las cercanías de su casa, que habían conocido al peregrino y lo tenían por un hombre bueno, desearon que en su lápida hubiera un epitafio, de modo que la felicidad aun incompleta pero suficiente que él había sentido en esos parajes continuase hablando, hasta que las tormentas y las lluvias dieran cuenta de todas las señales erigidas allí donde la tierra lo cubría y borraran las inscripciones, enmudeciéndolas.

Largo rato deliberaron porque la prisa aconseja mal cuando se trata de dirimir cuál ha de ser la honra que se dedica a un muerto querido. El más joven, que había sido el último en escuchar hablar al difunto con aliento fatigado pero inquebrantable durante todo el invierno, y había oído la anécdota de su viaje con el asombro y el respeto que dispensan los seres humanos antes de la adultez al contemplar los hechos extraordinarios, les señaló: "Sería justo que sobre la tumba se tallara este proverbio: “Los hombres viven al abrigo del dolor en la patria de su voz'”. Los otros convinieron que el homenaje era adecuado, y dejaron la encomienda al sepulturero.

Dicen que el grabador de la piedra empezó su labor recién a principios de la primavera, y la terminó cuando según los calendarios llegaba el verano a la comarca.

Sin embargo, en aquel sitio, desde que la única zeta del epitafio fue horadada por el cincel y la lápida colocada sobre el escueto féretro del peregrino, la primavera continuó inverosímilmente perpetua y por algún motivo quedaron abolidas las demás estaciones. Así lo narran, y nada hay que permita suponer que la historia es falsa.

dimecres, 15 de febrer del 2012

SEGUNDA DECAPITACION DE JUAN DE LANUZA EL MOZO

Alguien, da la brutal impresión, sufría recientemente las iras y los mismos desvelos que Felipe II muchos siglos antes: se cuenta que hacia abril de 1590, Antonio Pérez, caído en desgracia ante el rey, burló su prisión de Madrid y se refugió en Zaragoza, adonde acudió a solicitar la protección de los Fueros locales. Frustrado el monarca porque el proceso que instaba frente al Justicia de Aragón se dilataba, se armó de un tribunal que soslayaba cualquier límite, la Inquisición, y lo detrajo del juzgamiento común que sobrellevaba. Esto provocó la revuelta que, en 1591, fue sofocada por las tropas fieles al rey y culminó con la decapitación de Juan de Lanuza en la plaza del mercado. Por estos días que corren, la decapitación es mal asunto para un progresismo de izquierdas y de derechas en una España donde el debate sobre la violencia de género es un tópico imprescindible. Cualquiera diría que esa España de graves entorchados y daga filosa, y verdugo, sólo sobrevive en los infolios todavía no reabsorbidos en soporte electrónico. Como si habitara fabulosa en los rumores fantasmales e ininteligibles de los supuestos gruñidos de Jorge de Burgos en una novela de Eco mientras a aquél se lo escucha despotricar a ciegas contra la risa como debilitadora del alma. Pese a todo, la decapitación infamante, llamada ahora “sentencia”, de cinco jueces del Tribunal Supremo de España por unanimidad ha dado al traste, parece, con la carrera de Baltasar Garzón. No haremos de España escarnio por ser reino de injusticias, ya que éstas señorean por muchas naciones, pero sí vale decir que en España el escarnio tiene cierta connotación de pena prestigiosa, fuertemente atrabiliaria. No ha bastado a la corriente de opinión contraria a la investigación de los crímenes del franquismo poner coto ideológico y político a su mentor, aun cuando el tema pudiera ser respetado como cuestión debatible: cierto estamento recalcitrante ha tenido según se observa la indelicadeza de revivir la vergüenza y la humillación como pena accesoria de un reo, y ha hecho además el revival de la ejecución de Juan de Lanuza el Mozo en la plaza del mercado aguardando la sumisión de los insumisos. La oscura capa del ultramontano Felipe II planea sobre la Península y renacen las más tenebrosas de sus pulsiones. Y no ha de señalarse a los Borbones maltratados hoy como portadores de este gen que reivindica la ejecución pública y también la consiguiente fórmula costumbrista de sambenitar, tan cara a la tradición ibérica. No es un gen de la realeza, sino un mal hábito y un mala sombra de una sociedad resentida y atemorizada, que prefiere la brea y las plumas del reo sentado de espaldas sobre el asno y casi desenfadadamente la burla a la discusión civilizada. Linchamientos son linchamientos, que lo mismo da que los propinen cinco jueces, si es por venganza y no estando a Derecho. A Baltasar Garzón no sólo se lo ha querido detener en su afán de pesquisa, sino se lo ha querido escarmentar. Y con él se ha querido escarmentar por un buen tiempo al que levante cabeza, trayendo a las memorias la circunstancia de que las cabezas alzadas se pueden talar. Triste forma de reinar la de sus enemigos. Triste en el siglo XXI en esta España tan admirable en tantos sentidos. La tromba de la soldadesca real abatiéndose sobre el Justicia Mayor de Aragón en 1591 por desafiar hasta cierto punto ingenuamente a un déspota a destiempo en un tiempo de déspotas verifica en aquel muerto, tal vez, como adecuado el mote de “el Mozo”, y su apodo transmite al imaginario algo con matices de verdad exhibiendo al personaje como frágilmente temerario para una época durante la cual los deslices contra el poder se pagaban con la vida y la vergüenza. Sobre todo, con la vergüenza. Este tornado de cinco jueces vindicantes del Tribunal Supremo en 2012 expulsando por réprobo a un juez cuya máximo delito ha sido el de querer saldar con verdad, y vaya si pecado en el caso de un magistrado, con justicia, una saga de inhumanidades también provoca un regusto de anacronismo: si aquel noble mozo Justicia de Aragón pecó entonces, hace centurias, de adelantado, el tribunal que ha fallado contra Baltasar Garzón pecó, hace poco, de retrógrado. En tanto falló, al menos, así como lo hizo. Con saña para derrumbarlo ante la multitud. ¿Vuelve por sus fueros, y no por los de Aragón, esa España de charanga y pandereta desde los estrados tribunalicios? ¿O nunca se fue, y estaba oculta? ¿Quién está tan irascible contra Baltasar Garzón como para, como Felipe II, ordenar que la Inquisición entre a saco en el recinto de la nueva democracia española y le dé de palos y lo llene de vergüenza y , al modo de este siglo, lo ejecute ante la chusma que comercia en las calles? Shame of them!

                                                                                                                                   Gustavo Soppelsa

dimarts, 1 de novembre del 2011

Bobadas europeas: la bella duquesa que lo fue (es) por cosmetología biográfica (¿?)

La historia oficial, la rampante, que se ha hecho carne en el consciente-subconsciente tanto de europeos como americanos hace notar que siempre América, tanto al norte como al sur, ha vivido inevitablemente a costillas de Europa, desde 1492 a la fecha (se han hecho algunos intentos para correr la datación pa’atrás con los vikingos visitando a los sioux o tribus de aquella zona antes, pero no han prosperado… y Colón sigue gozando de buena salud pionera). El concepto “vivir de” es, verdaderamente, en esta cuestión, plurisignificativo. En Europa, por razones de autoindulgencia, etc. y sobrevivencia al dolor ético, “vivir de” normalmente supone “haber sido ayudada por”, “haber sido civilizada por”, “haber sido mejorada por”, en suma. En América, por hipervictimismo más o menos razonable, y por reducciones del pensamiento, “vivir de” normalmente significa “haber sido expoliada por”, “haber sido desnaturalizada por”, “haber sido corrompida por”, y a menudo también, con más humildad o afán autoesclavizante, “haber sido formada culturalmente por” y, también, “haber sido civilizada por”, como en el primer caso. El tema actual de la globalización nos hace girar la cabeza sobre estos “sobreentendidos”, y traer, si es posible, un poco más de realismo a la cuestión. No para buscar una áurea mediocritas pacificadora y tibia, sino para ajustar más las clavijas de la precisión analítica. América ha salido a la luz occidental por obra de los europeos, y eso es innegable. Pero, más allá de esa certeza, la circunstancia de que todo toque europeo en América haya sido un don es una aseveración hartamente discutible. En todo caso, ha sido, por lo general, un don (un bien dado, quiero decir) que llegó de modo aleatorio, consecuencialmente no buscado, a menudo con efecto colateral (de provecho para los americanos) no querido y casi nunca en ausencia de un beneficio mayor (económico) para la dadora que el que provenía del don mismo entregado. Lo que se llama técnicamente una “inversión” si es más o menos justa y legal en la distribución de lo que produce, o una “capitalización no blanqueada ni blanqueable” con frecuencia casi sistémica en conversación que nos ocupa: digamos que el mandar a “civilizar” a hijosdalgo que no tenían dónde caerse muertos en Extremadura a cambio de mercedes “tomadas de la mano de Dios” en América no fue exactamente un acto de piedad para con los, supongamos, querandíes o charrúas... Fue algo así como un: “Ay, qué alivio, nos sacamos a estos miserables de encima, que ya no hay qué repartir en Aragón, Andalucía y Galicia y de paso quizá nos consiguen algo de mano de obra barata y metales”. Y plumas de colores, y esas cosas tan bonitas que tanta gracia les hacen a los europeos desde entonces y que ahora son “etnicismo” Yves Saint Laurent o Prada (no Ana). Por supuesto, un estudio serio al respecto debería ser de estricta y neutral historia económica desde 1492 hasta nuestros días. Sin embargo, creo, la verdadera pregunta además de la ya respondida abundantemente a favor y en contra desde todos los rincones acerca de la que dio el beneficio y de la que fue beneficiada durante el transcurso de la “relación poscolombina”, es ésta, la cual reconozco pertenece, prácticamente, al terreno pantanoso de la contrafactual history: ¿Cómo hubieran evolucionado los asuntos europeos sin América? En estos precisos instantes, en los cuales Europa, desde un punto de vista que a los americanos en general nos cuesta asir en su profundidad íntima, se debate en una especie de conmoción de prosperidad insegura, blandiendo -uno se interroga si lo hace con buena fe metódica o exacerbado interés- el efecto contagio que el derrumbe de la arquitectura de la eurozona puede acarrear a América y al resto del mundo, sería pertinente imaginar si no es que Europa, como lo hizo lisa y llanamente ante el fratricidio intracontinental precipitado durante la dos grandes guerras y principalmente por los nazis, no está exactamente implorando ayuda. Simplemente ayuda, porque no puede consigo misma: agotada, aburrida, envejecida, fatigada, aristocráticamente invulnerable a las democracias, por más que sus constituciones las impongan aquí y allá, soporíferamente inexplicable cuando vuelve los ojos a una duquesa a la que la increíble estupidez del vasallaje que se lleva en la sangre le ha querido borrar la monstruosidad del rostro y darle belleza mediática extirpándole sus rasgos de máscara de terror por la gracia de una especie de saga visigótica que mejora la de Harry Potter de a ratos en fantasía. Con el mismo criterio, y más elevado, las deformaciones del Aleijadinho esculpiendo con sus herramientas atadas a las manos las estatuas de la barroca Ouro Preto serían rosas, y bien miradas con la lente del arte y la pasión realmente lo son. Un sofisticado florentino o un adusto pequeñoburgués catalán podrían reírse al imaginar que la figura de la que hablo (Europa pidiendo ayuda a América) remite a un pobre desgraciado de una favela o una villa miseria argentina “dando una mano” a la banca europea. Es verdad que el espectáculo aparece absurdo. Pero hay muchas cosas absurdas en la historia del Mundo, y ni qué hablar de la misma Europa: el sabio y Viejo Continente devorándose las propias entrañas, por citar el período más chocante, entre 1939 y 1945, no es específicamente un modelo de razonabilidad. ¿Bombarderos alemanes destrozando la británica Coventry conforman una pintura en la vida de la Humanidad peor o mejor que los basureros sistémicos con pobres desharrapados en el Tercer Mundo americano? ¿Un “partido nacional” como la falange usando a su querida nación como campo de experimentación de las carnicerías por venir de parte de su aliado germánico es “más civilizado” que fazendeiros que hacen matar a un líder de Los Sin Tierra en una emboscada? Difícil de escoger una respuesta. ¿El colaboracionismo de Vichy es más digno que la dictadura de Pinochet por cuestiones atmosféricas o ambientales relativas al queso francés que se nos escapan? Quizá, pero algún osado podría dudarlo. De repente, con atajos que no son de la cabeza, sino de los que trae el corazón y el arte, recuerdo a Quevedo, hablando del dinero, y del oro, que eran y son sinónimos, diciendo: "Nace en las Indias honrado,/ Donde el mundo le acompaña;/ Viene a morir en España,/ Y es en Génova enterrado." ¿Será tal vez que de hijos nacidos de América que han muerto desangrados en Europa y muy bien enterrados están allí, concreta y simbólicamente, se ha alimentado y se alimenta el Viejo Continente que tanto nos ha dado supuestamente como benefactor interminable? Lástima no poder entrevistar a Francisco de Quevedo para saber de sus razones últimas al escribir ese lindo verso: “Nace en las Indias honrado”. No sé si quiso decir “honesto” o “alabado”. Más acomoda -tengo la impresión- la primera acepción, pero, de todos modos, con un leve cambio de significado en la estrofa, el adjetivo encomia al oro de las Indias, y le rinde honores de reconocimiento en medio de una poesía que es cínicamente acusadora del poder de la riqueza. Menudo apologista de las Indias, y de su cooperación a las arcas genovesas, sin olvidar que de los tratados fundacionales de la UE los primeros fueron celebrados en Italia. Pero qué iba a saber el poeta de aquello por venir. Si como repiten en Iberia: “A mañana no lo ha visto nadie”.

dimarts, 25 d’octubre del 2011

Coses petites

Ens hem tornat displicents respecte de les nostres opcions. Hem passat de la cultura del pecat a la de l'absolució universal anticipada. Fin i tot als errors, els hem legitimat com "possibles models de vida". Després, hem incorporat el conjunt dels "models de vida", amb els errors inclús, dintre del catàleg de béns útils a consumir.Finalment, quan vam comprar als grans magatzems de l'existència un model de vida que és un error i per això vam fracassar, als nostres fracassos els hem cridat "ira de Déu", o "destinació enigmàtica" o "decisió dels astres", o "maledicció diabòlica", vista l'orfandat lògica que ens oferix el fet que hàgim preventivament derogat el pecat i ens hàgim autoamnistiat per endavant i per a sempre per qualsevol resultat dels nostres actes.I així i tot, àdhuc sense pecats i lliures de tot retret, això no ens ha portat felicitat ni serenitat, i hem tornat la mirada una altra vegada al mite i a la superstició de la presència d'un perseguidor sobrenatural que habita fora d'aquest món. És a dir: vivim sempre patint l'ambició de mantenir els ulls tancats respecte de nosaltres mateixos; en el segle XXI, amb tot el seu ornament electrònic, Natuba segueix sent un recurs fàcil i les suposades bruixes que la seva hipotètica maldat va engendrar hi continuen pesant més que una explicació basada en les reals disputes d'alcova de Salem. John Proctor i Rebecca Nurse disten molt encara de salvar-se del patíbul i romandran cíclicament penjats. Una vegada i una altra, una vegada i una altra, una vegada i una altra.

diumenge, 28 de juny del 2009

Sepa el pueblo votar contra él


Sancte Michael Archangele, defende nos in praelio. Contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur. Tuque princeps militiae caelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo divina virtute in infernum detrude. Amen.

Ver entrada del 26 de setiembre de 2008

“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale Dios pedimos suplicantes y tú, Príncipe de la Celestial Milicia, arroja al infierno con tu divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”


dimarts, 26 de maig del 2009

Cosa de Isla Mala

Aunque este hecho artístico bastante trascendente fue acallado por los biógrafos que en la actualidad talan la intrincada ramázón heráldica del noble catalán Joan Sardà, contrariando con tozudez el aullido ecologista en boga que bramaba por la instalación de las pasteras uruguayas, un descendiente argentino del réprobo Sergi -vid. entrada del primero de abril pasado-, que nació en la orilla occidental del Río de los Pájaros, se destacó como vate, aunque, forzoso es decirlo, de manera efímera.
Dedicado a la caza furtiva del carpincho, su canoa fue vista por última vez frente al puerto de Concepción del Uruguay un brumoso y hostil anochecer de fines de mayo de 2006; los cronistas no se ponen de acuerdo, y unos sostienen que hubo una especie de llamado divino como parece haber ocurrido en el caso de la desaparición de Empédocles y otros que el desgraciado, simplemente ebrio por un desmedido consumo de caña Ombú, cayó trágicamente de la precaria embarcación. La variación de las versiones se debe, obviamente, a la homofonía propia del nombre del filósofo con la presunta adicción del desdichado poeta litoraleño, y por supuesto a las pronunciadas dubitaciones que la sección policiales de diario “La Calle” padece cíclicamente a la hora de redactar las noticias cuando de ortografía se trata.
Circa abril de 2006, este tataranieto algo decadente -señalan sus detractores con total ausencia de objetividad- de Lucas Piriz y Sergi Sardà, el feo pero simpático Gustavo Soppelsa Piriz Sardà, que por razones inexplicables sólo reconocía a sus antepasados itálicos y firmaba únicamente con su primer apellido, escribió esta oda electrónica a una nativa de Isla Mala, Departamento de Florida, la que, atribuida a distintos autores casi como una leyenda urbana, ya ha sido librada con mediano éxito a la crítica digital. Enjoy.


Y SI FUERA ANNA

Y si fuera Anna
la tibia amazona
que cabalga
sola,
como caminando,
trotando
el jamelgo
sobre las modestas
olas impalpables
de un río de escándalo.
Si ella fuera ésa
que esperaba
el río,
el río encendido
por los gritos locos
para permitirle
como al Galileo
que lo transitara
pisando lo blando
más blando del agua
y diera razones
a la furia ciega
de los que lo claman
como si muriesen
pasado mañana
por las chimeneas
todas las eternas
pasiones fluviales.
Y si fuera Anna
a la que convoco
para que, pisando
el manto del agua,
caminando sola,
no sobre ese río
sino sobre el lago
quieto de mi noche
venga a dar motivos
a mis madrugadas.
Sería un hada errante
hundiendo los tacos
de su zapatitos
al desensillar
sobre el manto de agua.
Sería una hechicera
-cosa de Islas Malas-
que te atrapa el alma
siguiendo la huella
sin forma del río,
cruzando encantada
hasta las orillas
para ser amada.
Todo eso que cuento,
que parece sueño
de andar en las aguas
de los ríos locos,
o sobre las aguas
azules y tristes
de los lagos quietos
de los corazones
de la madrugada
sería una delicia
de pasos hundidos
en senderos húmedos.
De surcos sin marcas.
Si quien los camina
se llamara Anna.

Gustavo Soppelsa, abril de 2006

dilluns, 18 de maig del 2009

Acá enfrente



Táctica y estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos

no haya telón
ni abismos.

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Mario Benedetti