dimecres, 20 d’agost del 2008

De Gaulle y una forma de la inmortalidad

El 26 de agosto de 1945, De Gaulle quiso mostrar a Francia todos los carros y cañones de su 2ª División Blindada: deseaba que el pueblo de París -y en especial los comunistas- advirtiera quién detentaba el poder de fuego.Antes de empezar el desfile, De Gaulle depositó una corona de gladiolos ante la Tumba del Soldado Desconocido. Después, se dirigió hacia los carros y vehículos alineados en las cercanías de L´Étoile para pasar revista. Una vez que lo hizo, retornó hacia el Arco de Triunfo: los parisinos se amontonaban para ovacionarlo a todo pulmón. Los carros comenzaron el desfile; a espaldas de De Gaulle se encontraban los líderes de la Resistencia, y los generales y jefes del nuevo Ejercito francés: Koenig, Leclerc, Juin, etc. De Gaulle se dio vuelta y les ordenó:

“Señores, ¡un paso detrás de mí!”

Así, a pie, y mostrándose al frente de sus oficiales, De Gaulle inició la marcha triunfal. Cuando la comitiva llegó a la Plaza de la Concordia, sonó un tiro como si fuera una señal, y entonces sobrevino una lluvia de disparos. Ante la mirada atónita de los presentes, De Gaulle, que medía casi dos metros de altura, continuó caminando, solo y erguido, y atravesó la Plaza.