dijous, 18 de setembre del 2008

Ultimo momento: Joan Sardà reivindica la audacia de Aznar en la corte francesa. ¿Un “posmoderno Lepanto”?

Tras un mutismo de unas cuantas semanas, inexplicable para el colectivo de las revistas del corazón que se reunió en varias oportunidades para tratar el caso, Joan Sardà rompió -junto con varias piezas de la vajilla de su tía Margarida y eso como consecuencia de una épica borrachera, según confió su valet, Pau Roig- el silencio, y atacó en bloque a lo que él llama “la flagrante ingratitud del rudimentario pueblo español para con un patriota y servidor del Rey”.

Es que, conforme afirma nuestro sabio, que ostenta licenciaturas extensas en ciencias ocultas, tanto y tan bien que nadie sabe de ellas, como agregan sus viperinos enemigos con ironía, “al vulgo soez se le pasa por alto que, de acuerdo a las fotos que se dejan ver en la actualidad de la galo-otomana ministra Rachida Dati, la singular preñez transpirenaica habríase concretado en el mes de febrero en fecha muy próxima al aniversario de la batalla de Pavía, duro revés infligido por el indomable brazo ibérico a Francisco I en 1525 en suelo itálico”.

Siempre atento a las señales arcanas, y reinterpretando con inquietante libertad y un poquitín groseramente las palabras “pica” y “Flandes” servido de un manual no muy divulgado de Nostradamus que se encuentra a buen recaudo en su mansión solariega de Sant Quirze del Vallès, Joan ha repetido tópicamente que “el ya históricamente seminal dirigente del PP ha clavado de manera indudable y heroica una (su, la de él) pica en Flandes, y nadie se da cuenta, salvo los Países Bajos, allí muy abajo, precisamente, donde está aquello que ha sido objeto del clavamiento. Ha concluido diciendo, mientras terminaba de espabilarse de una mona demasiado reciente, que “con esa falta de visión que el republicanismo analfabeto infundió en la gente común desde hace décadas, jamás volveremos a recuperar las dos Sicilias y a retomar el control de los Virreinatos de Nueva Granada y el Río de la Plata, y menos de Cuba, sobre todo si Castro no acata de una vez por todas su reiterada promesa de morirse, siempre incumplida y con la que nos ha timado durante muchísimo tiempo”.

La transposición verbal, bastante sexual y algo tosca, de un hecho fasto para la realeza, porque todos coinciden en que el advenimiento de la criatura lo es para la restauración imperial española, le ha hecho merecedor de un tirón de orejas del Vaticano: el Papado se congratula con la fecundidad de la Católica Hispania por vía genital derramada por el Partido Popular, o mejor dicho por el ex Presidente del Gobierno, y que se haya llevado a cabo una embestida (exitosa y certera) contra los hugonotes sea como fuera y donde haya sido el combate, ya en el camposanto de Père-Lachaise, ya en el umbroso Bois de Boulogne, pero hubiera preferido que los anuncios de Sardà se realizaran en latín, para dar más lustre al milagro y menos pábulo a las habladurías de la plebe.

Como cualquier entendido recuerda, el populacho sigue usando el romance sin mayor erudición, circunstancia al cobijo de la cual estas cuestiones hubieran sido sólo del manejo de la gente proba, mientras la villanía hubiera continuado distraída con la performance del Real Madrid, obviando el ridiculizar este gol que no por coital debe ser desdeñado como un punto decisivo a favor de la Corona.

Algunas copas demás y la verborragia consiguiente de Joan han determinado nuevamente que, al menos durante los próximos tres años, se le niegue el capelo cardenalicio, al que siempre aspiró, a la par que la cocaína. Vanity Fair, en una corta pero inteligente crónica debida a la sagacidad de Richard Caprisky, ha comentado que el enojo del Santo Padre agudizará las tendencias depresivas de Sardà y su afición por las bebidas blancas, y será en lo inmediato un tropiezo para su rehabilitación en una clínica privada de Ciudad del Cabo que avanzaba, hasta hace poco, de forma alentadora y eficaz.